El movimiento por el Derecho a la Ciudad se expande y fortalece.

Del 28 al 31 de octubre, se desarrolló en Buenos Aires el Encuentro Internacional por Ciudades Igualitarias (EIpCI). El mismo, se enmarcó en el trabajo que la Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad (PGDC), junto a miembros y aliados nacionales e internacionales como la Coalición Internacional del Hábitat (HIC), viene llevando adelante para discutir qué implica el derecho a la ciudad, la construcción social del hábitat y el derecho a la vivienda. En definitiva, el derecho a habitar y construir el territorio con justicia social y siendo participes activos.

El evento además constituyó oportunamente una respuesta al Urban 20, reunión temática sobre ciudades, que lideran las autoridades locales de Buenos Aires y Paris, que según explican en su descripción, ¨buscan coordinar una posición conjunta entre los alcaldes de las principales ciudades del G20 y otros centros urbanos globales para informar y enriquecer las discusiones de los líderes nacionales en la Cumbre del G20 de 2018¨.

En este marco, la sociedad civil, con sus movimientos de habitantes, organizaciones sociales y la academia -conformando un colectivo amplio, diverso y rico-, conjugó múltiples acciones para desarrollar este encuentro. Las jornadas de debates incluyeron presentaciones, trabajos en taller, plenarias y visitas a barrios o proyectos cooperativos. Estas propiciaron intercambios sobre los problemas que caracterizan a las ciudades y territorios atravesados por las lógicas de mercado y problemas de gobernanza, que impiden un desarrollo igualitario, con justicia social y basado en los derechos humanos.

A la ciudad mercantil, -la de fenómenos como la financiarizacion con acciones de los fondos de inversión, con consecuencias de segregación urbana y exclusión-se propone una alternativa: la ciudad para las personas,-la del acceso a la vivienda como derecho (no mercancía), la de los espacios accesibles a todas-os y gestionados como bienes comunes de forma democrática-.

Así la estructura del encuentro sirvió a su propósito de intercambio y fortalecimiento de capacidades. Las discusiones pasaron por analizar la economía y sus estructuras; los procesos de financiación de las ciudades y como se distribuyen las cargas y beneficios; la importancia del acceso a la información para la activa participación. También, se repasaron las experiencias existentes para gestionar y acceder al suelo urbano; qué implican los servicios básicos como parte constitutiva del derecho a la vivienda y a la ciudad; o como se vive la ciudad desde una perspectiva de género. Vale destacar que el acumulado de experiencias y saberes que compartimos durante esas jornadas, son parte de un acumulado común. Justamente quizá ese bien común que nos hace capaces de pensar que hay otra forma posible de hacer y vivir las ciudades.

Un punto importante fueron las visitas locales para conocer de primera mano situaciones de expulsión como lo que viven los habitantes de La Boca en Buenos Aires, – lamentablemente un fenómeno que se ve en todas las regiones del mundo-.Este barrio emblemático, considerado un punto de referencia en esa visión de ciudad-postal que se vende para consumir, encierra la historia de lucha de sus habitantes que activamente defienden su derecho a permanecer, a gestionar y vivir dignamente en su barrio. La organización social que pudimos observar de la mano de las compañeras del Colectivo La Boca Resiste y Propone, confirma la importancia del activo social que tienen los habitantes cuando se organizan para incidir en sus realidades. Esta visita sirvió para generar también mayor visibilidad sobre los desalojos, las situaciones de habitabilidad, incluyendo los casos de incendios que se han cobrado la vida de muchas personas del barrio, entre ellos niñas y niños. Enmarcar estas situaciones desde una perspectiva de derechos humanos es clave para poder generar cambios, para poner de relieve donde hay responsabilidades del Estado en tanto sujeto obligado a garantizar los derechos de todas las personas.

El Encuentro nos deja la clara visión de que estamos en un momento clave, donde la conjunción de luchas ha generado un proceso sólido. Donde los movimientos sociales proponen cambios desde el análisis de las estructuras de poder y toma de decisiones en las ciudades, que deben ser transformadas. Donde se proponen otras formas, ya ensayadas, de hacer ciudad y habitar el territorio. Considerándolo junto a los recursos, como bienes comunes que deben gestionarse de forma sostenible, para logar la vida digna de todos los habitantes presentes y futuros, sin distinción de ninguna clase.

¡Ese gran movimiento por ciudades y territorios inclusivos, ya es imparable!

Artículo de Ivahanna Larrosa,  Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (Ciedur )