La Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad participó en el Retiro Anual de CGLU (febrero, 2023), una reunión de una semana de duración que ofrece una oportunidad para que las partes clave de la organización, así como sus socios, definan sinergias y desarrollen acciones en línea con los planes de trabajo establecidos por los órganos de gobierno. 

Lorena Zárate, coordinadora de la GPR2C, dio la siguiente charla introductoria sobre los Bienes Comunes, uno de los cuatro elementos que facilitan el Pacto por el Futuro (los otros son: Bienes Comunes, Finanzas, Confianza y Arquitectura de Gobernanza) durante el Taller de Visión de Futuro:

Gracias Pablo y gracias CGLU por la invitación. Nos sentimos honrados y felices de tener la oportunidad de formar parte hoy de este proceso y de este diálogo.

Lo sabemos y lo vemos: la crisis medioambiental, la creciente crisis de desigualdad y la crisis política (o la crisis de confianza y representación) están conectadas. No hay forma de abordar una sin abordar las otras, porque afectan a la vida en su conjunto. Por supuesto, esta crisis polifacética es al mismo tiempo profundamente local e ineludiblemente global.

La pandemia del COVID-19 ha dejado claro que los bienes comunes están en el centro de todo. No habrá sostenibilidad, no habrá derechos humanos ni justicia social, no habrá derecho a la ciudad ni democracia sin bienes comunes. Por lo tanto, necesitamos recuperar, proteger y fomentar los bienes comunes si queremos tener alguna posibilidad de abordar los retos a los que nos enfrentamos hoy en día.

El aire, el agua, la tierra, los bosques, los alimentos, la vivienda, la salud y la educación… los servicios básicos y los espacios públicos, el conocimiento colectivo y la cultura… En otros términos, las cosas materiales y simbólicas que son necesarias para la reproducción de la sociedad. Todos bienes y recursos cruciales que están siendo privatizados, desmantelados, destruidos… Básicamente arrebatados a la mayoría para los beneficios exponenciales de la minoría.

Lo oímos por todas partes: necesitamos un nuevo contrato social basado en un paradigma diferente. Un paradigma de atención, solidaridad y redistribución. Un contrato social que incluya a toda la sociedad, empezando por las personas tradicionalmente marginadas, excluidas y dejadas atrás. Porque muchas mujeres, jóvenes, negras-os e indígenas no sólo piden ser incluidos: reclaman un cambio radical en las reglas del juego. Y lo que es más, están siendo ese cambio al mostrar los caminos alternativos a seguir.

Así que, como se dijo ayer, sabemos más o menos el por qué y el qué. La cuestión es el cómo (quién, dónde, cuándo; con quién, con qué recursos…). Entonces, los bienes comunes y la comunalización también forman parte de la respuesta: porque no son sólo cosas, sino relaciones sociales, relaciones sociales transformadoras que pueden provocar los cambios que necesitamos. Como tales, pueden ser los fundamentos críticos de los nuevos contratos socioterritoriales.

De hecho, muchas ciudades y comunidades locales ya lo están haciendo. Lugares donde el sector público y el comunitario colaboran para prestar servicios básicos y gestionar equipamientos colectivos. Las asociaciones público-comunitarias demuestran que hay otra forma de trabajar juntas y de cuidar nuestros lugares y, al mismo tiempo, el planeta. Como todos sabemos, los gobiernos locales y regionales son los mejor situados para comprender tanto la urgencia como las posibilidades de actuar en coordinación con múltiples actores, profundizando en la transparencia y la democracia.

Por supuesto que no es fácil. Hay y habrá oposición, inercia y resistencia por parte del statu quo; hay y habrá tensiones y consecuencias inesperadas. Y también limitaciones críticas, como la polarización fabricada y los poderes crecientes de las empresas transnacionales, pero también nuestras capacidades sociales e institucionales para gestionar los bienes comunes. Necesitamos urgentemente reaprender esas habilidades. Y la única manera de hacerlo es practicando y experimentando.

El mundo necesita urgentemente un mapa de los sueños posibles. Una cartografía de lo imposible hecho posible. Las ciudades y las comunidades locales ya están dibujando este mapa y estamos convencidas de que la red de CGLU tiene el poder de acelerar y fomentar la transformación como ningún otro actor global-local (glocal).

*Más información sobre el Retiro Anual 2023 de CGLU está disponible en el Municipal Times